miércoles, 10 de agosto de 2011

Hoy cumple años...

¡VÍCTOR!



Bueno, puede que os parezca una tontería esto de celebrar el cumpleaños de un personaje ficticio, pero tengo que decir que esta fecha, para mí, es muy importante; motivo por el cual la escogí como motivo de celebración para mi personaje favorito de Magia Medieval.

En realidad, no sé por qué me gusta tanto Víctor. Quizá sea por esa fe inquebrantable que tiene en que todo es posible, porque es de letras como yo, porque es el benjamín... Y vosotros pensaréis: "Qué tontería, si lo has creado tú." Pues sí, es verdad, yo soy su creadora. Pero es que hay veces que los personajes se me escapan de las manos y son ellos mismos quienes deciden cómo ser y hacia dónde ir. Igual soy la única a la que le pasa esto, pero es un tema del que, probablemente, hablaré largo y tendido más adelante.

En fin, que hoy, 10 de agosto de 2011, Víctor cumpliría veinticinco años... en caso de que existiese realmente, claro. Además, en la historia aún tiene que cumplir los veintiuno... y voy a dejaros que disfrutéis de ese cumpleaños tan especial.

Me explico: voy a dejar que leáis un extracto de la segunda parte, pero antes que nada, voy a avisar unas cuantas cosas.

-Para empezar, si no has leído Magia Medieval, mejor que pares YA de leer.

-Lo siguiente es que la segunda parte aún está inconclusa. Tengo escritos diez capítulos, pero he pensado muchas cosillas que van a cambiar, tanto en Magia Medieval como en Hélade (título provisional de la continuación), ya que, como sabéis, me hallo corrigiendo la primera. Así pues, hasta que no la corrija, no seguiré con la segunda.

-¿Qué quiero decir con esto? Que tal vez, y digo "tal vez" porque es una escena que me gusta bastante como está, lo que vais a leer a continuación sufra cambios en el futuro. No lo puedo asegurar por lo que ya os he contado, hasta que saque tiempo para corregirla...

En fin, no os mareo más. Aquí lo tenéis, en verde para los que no lo quieran leer (seleccionad con el ratón o, si lo preferís, descargadlo más abajo):


Extracto: Capítulo 1 – HÉLADE

A la mañana siguiente, Víctor amaneció empapado en sudor. No recordaba lo que había soñado, pero sí sabía que el calor apenas le había permitido descansar tranquilo. Se incorporó, amodorrado, y miró el reloj. Eran las doce y veinte del mediodía. El estómago le rugió, reclamando alimento.
Entonces reparó en el extraño silencio que reinaba en la casa.
Fue esto lo que lo empujó a levantarse, con el asombro abriéndose hueco en su mente poco a poco. Antes de las doce, su casa ya solía hervir de actividad: su madre trajinaba en la cocina con la música a todo volumen, antes de irse a trabajar a la una del mediodía; su padre ordenaba y limpiaba su despacho con su propia música, pues siempre trabajaba por la tarde; y su hermano recorría la casa jugando con Leo.
Sin embargo, ahora no se oía nada.
Sólo el silencio.
Algo desconcertado, Víctor salió al pasillo y miró a ambos lados del mismo, por si acaso su familia aún dormía. Avanzó hasta la habitación de Álvaro y llamó suavemente con los nudillos. No recibió respuesta, así que abrió con cuidado y miró a través de la puerta entreabierta. Vio la cama de su hermano vacía, así que se atrevió a abrir del todo. El resto del cuarto estaba igual de solitario.
Extrañado, Víctor abandonó la estancia y se dirigió al dormitorio de sus padres. Siguiendo el mismo procedimiento, descubrió que también dicha habitación se encontraba desierta. En el resto de salas del primer piso tampoco halló rastro de vida.
Aquello empezaba a olerle mal. ¿A eso se había referido Álvaro cuando le había dicho que ese día descubriría por qué contaban con un día menos para organizar el viaje? No tenía ningún sentido.
Tras asearse un poco, bajó las escaleras, decidido al menos a prepararse algo para desayunar, pues, pese a la sorpresa de hallar su casa vacía, seguía teniendo tanta hambre como cuando abrió los ojos. Avanzó hasta la cocina, posó la mano en el pomo de la puerta, tiró hacia él para abrirla...

—¡Feliz cumpleaños!

Víctor se encontró de pronto con tres pares de brazos asfixiándolo y con unas diminutas patas caninas saltando sin cesar para apoyarse en sus rodillas. Trastabilló, abrumado, y trató de mantener el equilibrio mientras los brazos, poco a poco, lo iban liberando, permitiéndole respirar de nuevo. Sonrió torpemente al descubrir los alegres rostros que lo miraban, expectantes.

—¿Qué... qué es esto? —consiguió preguntar, sin saber qué decir.

—¡Tu vigésimo primer cumpleaños! —exclamó su madre, loca de contenta, y se abalanzó a abrazarlo de nuevo.

—Pe-pe-pero... —tartamudeó Víctor—. ¡Si hace por lo menos cinco años que no lo celebro!

—Por eso mismo, cariño —repuso su madre—. Ya es hora de recuperar la tradición.

—El de tu hermano sí lo celebramos —le recordó su padre con una sonrisa.

Víctor recordó entonces lo misterioso que se había mostrado Álvaro la tarde anterior. Comprendió de golpe el porqué.

—Así que era por esto —sonrió, mirándolo, y a continuación miró también a sus padres—. Estabais todos compinchados.

—Nos has pillado, Vic. —Álvaro compuso una cara de culpabilidad digna de retratar y todos se echaron a reír.

La madre de ambos hermanos había preparado una deliciosa tarta de chocolate, que toda la familia devoró entre animadas conversaciones, chistes y bromas por parte de Álvaro y de su padre. El día transcurrió apaciblemente, sin preocupaciones ni incidentes de ningún tipo, y Víctor pensó, cuando ya recogían para irse a dormir, que nunca habría imaginado que pasaría un cumpleaños tan feliz como aquel.
Pero, cuando ya se disponía a despedirse, su madre se levantó de un salto.

—¡Casi nos olvidamos de los regalos!

Se dirigió al aparador del salón, seguida por su marido y su hijo mayor, mientras Víctor trataba de asimilar lo que acababa de oír. ¿También iba a tener regalos? ¿Como cuando era pequeño?

—Empieza tú, Álvaro —oyó que decía su padre.

Al momento, Víctor se encontró con su sonriente hermano, que avanzaba hacia él con el brazo extendido. En la mano sujetaba un diminuto paquete cuidadosamente envuelto, que a Víctor se le antojó que contenía un reloj o algo por el estilo. Al abrirlo, descubrió que no había acertado, pero lo que halló no lo decepcionó: una pequeña brújula de plata con inscripciones en latín.

—¡Hala! —exclamó nada más extraer la brújula del interior del envoltorio, y le lanzó los brazos al cuello a Álvaro—. ¡Mil gracias, tío!

No pudo evitar preguntarse cómo, apenas unas horas antes, estaba decidido a enfrentarse a él con tal de ver a Azahara.
A continuación, su padre le entregó una modernísima cámara digital de gran calidad y con los últimos avances tecnológicos incorporados. Víctor se lo agradeció en el alma, pensando que podría utilizarla para el nuevo viaje espacio-temporal que iba a realizar con su hermano, fuera cual fuese el destino.
Por último, su madre se dirigió a él con las manos detrás de la espalda.

—Mi regalo para ti ha sido la tarta —anunció—. Pero, como me parecía demasiado poco, convencí a tu padre y a tu hermano para que, entre todos, te regaláramos otra cosa más.

—La tarta era más que suficiente, no tendríais ni que haber comprado...

—Así que —prosiguió su madre, elevando la voz para acallar las protestas de Víctor—, tras mucho pensárnoslo, al final te hemos comprado entre todos... esto.

Sacó las manos de detrás de la espalda y tendió a su hijo el paquete que ella misma había envuelto.

—Lo eligió tu hermano, pero lo pagamos entre todos —agregó su madre.

Víctor tomó el regalo con una sonrisa de agradecimiento y, con tres pares de ojos posados en él, comenzó a abrirlo con cuidado. A medida que lo fue haciendo, descubrió unas tapas de cuero negro y, una vez lo hubo abierto del todo, pudo ver unas letras rojas bordadas en él, componiendo su nombre:

Víctor

El muchacho alzó la vista, boquiabierto, y luego volvió a bajarla para abrir el libro, preguntándose qué historia narrarían sus páginas. Pero éstas estaban en blanco.

—¿Es... un diario? —preguntó, sin saber muy bien a qué atenerse.

—Si tú quieres, sí —sonrió su padre.

—Es para que escribas lo que quieras —informó su madre—. Puedes usarlo como diario, o para apuntar cosas, o...

—Pensamos que podría ayudarte —añadió Álvaro.

Víctor cerró el libro y volvió a admirar sus tapas de cuero una vez más, antes de elevar la mirada y, con una amplia sonrisa en los labios, decir:

—Es fantástico. Muchísimas gracias a los tres.

Acto seguido, abrió los brazos y los cerró en torno a los cuellos de sus padres y su hermano. Esta vez, fueron ellos quienes se quedaron momentáneamente sin aliento.


¿Qué me decís? ¿Os ha gustado? Es un extracto corto, porque no quiero desvelar demasiado de lo que puede suceder en la segunda parte, aunque ya veis que algunas cosillas os pueden dar ideas de lo que irá viniendo :P

Si lo preferís descargar y leer más cómodamente, os dejo el enlace:


Espero que os haya gustado y que me digáis qué os ha parecido :)

2 comentarios:

  1. ¡Felicidades de nuevo! =D Un gran personaje se merece una gran fiesta de cumpleaños. Por cierto, te entiendo perfectamente en lo de Víctor. Adoro a esos personajes que hacen su propio camino y cuando te das cuenta, ellos deciden lo que van a hacer, incluso desbaratando tus propios planes.
    Y por supuesto, ha estado muy bien el extracto *-*. ¡Muchísimo ánimo para la corrección y para terminar este nuevo libro!

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  2. ¡Gracias, TaK! Me alegro de que te parezca un gran personaje ^^ Y también de que me entiendas en eso de que toma su propio camino :P
    ¿De verdad te parece un buen extracto? :D Me encanta que me lo diga alguien que ha leído la primera parte ^.^
    ¡Muchísimas gracias de nuevo! :)

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Paséate por este bosque lleno de tréboles de cuatro hojas y escribe algunas letras en la tierra ^^